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Un extremo con una doble pasión

Bruno Vírseda compagina su faceta como jugador del Balonmano Nava con la de recortador de toros, una pasión heredada de su padre.
Una norma que suele aparecer siempre en los reglamentos de régimen interno de los clubes profesionales es la que subraya la prohibición, para sus deportistas, de participar en actividades taurinas. Temen los dirigentes por la integridad física de sus empleados. Creen que este tipo de actividades implican un riesgo que la entidad de turno no puede asumir cuando está en juego la salud de quienes al final son sus baluartes principales ante aficionados y patrocinadores. El deportista que incumple esta regla se expone a una sanción por parte de su club. Y no son pocos los que lo han podido comprobar. El caso de Bruno Vírseda (Segovia, 23 de noviembre de 1990), sin embargo, es diferente. Con el permiso de su club, compatibiliza su afición por el balonmano –es extremo del primer equipo del Viveros Herol Balonmano Nava– con su pasión por las plazas de toros.

Bruno, además de un buen jugador de balonmano en la división de bronce española, es recortador. Se puede decir incluso que el origen de ambos ‘hobbies’ se sitúa casi en el mismo momento de su vida, ya que ha compatibilizado la práctica de las dos actividades desde que era un niño. Como casi todos los chavales de su generación de Nava, Bruno entró en contacto con el balonmano en el colegio, cuando apenas levantaba cinco palmos del suelo. Es conocido el arraigo que este deporte tiene entre los niños del municipio navero, que sueñan tanto con ser Messi y Cristiano Ronaldo como emulan a Alberto Entrerríos y Víctor Tomás o Miguel Ángel Velasco, Raquel de la Cruz, Cristina Maestro o Darío Ajo, por citar también algunos naveros que han alcanzado la élite del balonmano.
Cuando era un niño, Bruno también jugaba al fútbol. Le gustaba tanto como el balonmano, pero siendo alevín, con 12 años, tuvo que decidir entre meter los goles con el pie o hacerlo con la mano. Se decantó por lo segundo y ya lleva siete temporadas con el primer equipo del Balonmano Nava. Antes pasó por todas las categorías inferiores del club. Ahora es casi un veterano dentro del vestuario del primer equipo pese a tener tan solo 23 años. Debutó con 17 años en la máxima categoría del club y desde entonces ha jugado siempre con el principal equipo de su pueblo, que hoy es uno de los referentes deportivos de la provincia de Segovia.
Indiscutible
Bruno ha vivido la época de mayor gloria del club navero en su historia. Formaba parte de la plantilla que quedó campeona en Segunda División y ascendió a Primera Estatal, y ha jugado tres fases de ascenso a División de Honor Plata –dos de ellas en el pabellón Pedro Delgado–. Es uno de los indiscutibles del equipo a las órdenes de Raúl Álvarez como antes lo era con Álvaro Senovilla y con Nacho González. Desde su posición de extremo da amplitud al juego y termina cada temporada habiendo aportado un buen puñado de goles, fundamentales para que el Nava no se haya apeado de las primeras posiciones los últimos años, ya fuera en el grupo vasco o en el andaluz, que han sido por los que ha viajado el conjunto navero durante estos cinco cursos seguidos en la Primera Estatal.
Dicen que el buen extremo de balonmano es aquél que es capaz de marcar goles en el mayor porcentaje posible de las ocasiones que le llegan; también aquél que tiene diversidad de lanzamientos. Ello implica, según los expertos, trabajar el armado de brazo y muñeca y poseer una buena capacidad de salto. Cualidades que trata de perfeccionar Bruno para ayudar a su equipo a ganar partidos y quién sabe si también para que él dé el salto algún día a un equipo de superior categoría –como hizo Darío Ajo el año pasado o David de Diego esta temporada en algún partido con el Cuatro Rayas Valladolid–, aunque admite que «está difícil». Tiene su vida hecha en Nava, donde se encuentran su familia y sus amigos y donde cuenta además con un trabajo.
Dentro de la cancha, Bruno exhibe cada sábado un amplio repertorio de movimientos, saltos y lanzamientos. Tiene una buena altura para la posición en la que juega, es rápido y posee una gran plasticidad, como demuestran sus saltos y escorzos a la hora de entrar a matar a la portería rival. Todas esas características le ayudan a sobrevivir entre jugadores mucho más corpulentos y le han convertido en un brillante extremo, siempre listo para lanzar contraataques. Tiene la planta de los que se desempeñan en ese puesto, con su muñequera siempre en el brazo derecho. Esas virtudes las ha cultivado en los entrenamientos y también a través de su afición por los recortes, oficio en el que como en el balonmano trata de abrirse paso.
El Nava no le pone problemas para que desarrolle esa actividad como sí que hacen otros muchos clubes con sus jugadores. La normalidad es una de las señas de identidad de la entidad navera y en este caso tampoco es diferente. Bruno no tiene un contrato profesional que le ate exclusivamente al balonmano y por ello en verano da rienda suelta a su pasión taurina por las plazas de la provincia. Prolonga de esta manera la tradición que heredó de su padre, que también fue un día recortador de toros. «Ahora le pesa porque sufre mucho viéndome», cuenta Bruno, que a los 14 años realizó su primer recorte a una vaca, según él mismo reconoce.
Su aprendizaje tuvo su origen en los encierros. Se estrenó con 15 años y se valió de ello para ir conociendo al toro y las peculiaridades de este. A los 16 años, el navero ya recortaba novillos y quemaba una nueva etapa hasta convertirse en lo que hoy define su perfil en Twitter: jugador del Balonmano Nava de Primera División y recortador de toros. Bruno ha participado en más de una treintena de concursos desde que comenzó con los cortes. En las plazas coincide con otras figuras del deporte modesto que como él compaginan los terrenos de juego con los alberos. Es el caso del exfutbolista del CD La Granja Jonathan Castaño, y lo era –pues ya lo dejó– del capitán del Nava, Carlos Villagrán. Precisamente este es uno de los que más bromas gasta en el vestuario navero a Bruno por su ‘doble vida’.
Riesgo frente a sensaciones
Su entrenador, Raúl Álvarez, le insiste, en cambio, en que sea muy cauto para no tener ningún disgusto, aunque eso sea una empresa difícil cuando uno salta a una plaza de toros. Ha tenido algún que otro susto, pero no se ha planteado dejar los cortes. «Respeto sí que hay pero miedo no», asegura. Es consciente de que arriesga la vida cada vez que se pone delante de un toro, pero las sensaciones que experimenta gracias a esta faceta, asevera, compensan todos los malos ratos. «La adrenalina que sientes es completamente diferente a la de la cancha de balonmano. Te juegas la vida delante de un toro; se te pasan muchas cosas por la cabeza cuando estás ahí. En el balonmano, si haces algo mal, tienes a tus compañeros al lado para ayudarte. En la plaza estás solo», relata.
Su familia siempre le ha apoyado. Aunque pasan malos ratos, están a su lado y desean que vea cumplidos sus sueños. Bruno está plenamente comprometido con el balonmano y el Nava durante el curso, pero se vuelca en su faceta de recortador durante el verano. La preparación en este ámbito está enfocada a alcanzar una buena condición física y a encontrarse despejado mentalmente. Para ello, este navero, tímido fuera de las canchas y de las plazas y seguidor del Atlético de Madrid, participa en capeas y en encierros. De esta manera se entrena para los concursos, en los que se topa con una dura competencia, ya que Castilla y León cuenta con grandes recortadores.
El sueño de Bruno sería, primero, ganar el concurso que anualmente se celebra en Nava, y después, participar en la Liga de Corte Puro, en la que se dan cita los mejores de la región. Este pasado verano se ausentó del concurso de su pueblo por culpa de unas molestias arrastradas de un revolcón en Bernardos, pero ya está pensando en volver a vestirse de largo y seguir mejorando en su objetivo de codearse con los mejores recortadores. Pero antes de ello continúa centrado en intentar darle al Nava su primer campeonato de Liga en Primera Estatal. Es uno de los objetivos que le queda por cumplir dentro del balonmano. El otro sería lograr el ascenso y jugar en División de Honor Plata. Suerte y al toro.

link: El Norte de Castilla

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