Morir con las botas puestas
El mismo equipo que hizo uno de los partidos más desastrosos que se recuerdan en los últimos años cuatro días atrás, estuvo a un gol (¡uno solo!) de escribir una nueva página dorada en su historia. Le faltó un tanto (¡solo uno!) al Viveros Herol para lograr la enésima machada y apear de la Copa del Rey a todo un Cangas, tercer clasificado de Liga Asobal.
Y eso que, a lo largo del encuentro, atravesaron por tramos complicados en los que los visitantes, mucho más experimentados, medían los tiempos e iban alejándose en el marcador. Pero Nava nunca perdió la cara. Hasta el punto que, un gol de Julián Rasero en el último ataque de la primera mitad, provocó que al descanso el tanteador fuese tan ajustado como un 17-18.
El partido, además de para demostrarse a ellos mismos que lo del sábado en Pontevedra fue un traspiés, sirvió para que la parroquia navera se cerciorara de que Guillermo Campillo está en estado de gracia, en forma y listo para tomar el relevo de las generaciones más veteranas, si así fuese necesario. Él fue quien lideró el ataque (8 goles) desde la primera línea, apoyado por un Bruno Vírseda muy acertado de cara a puerta (7) desde el extremo.
El acierto de los dos jóvenes de la Tierra de Pinares fue contestada por dos de los puntales ofensivos de los gallegos. Los 8 tantos de Alen Muratovic y los 9 de Soliño, fueron la mejor respuesta a la actuación de los nuestros y brindaron una batalla goleadora emocionante e interesante para el entretenimiento de la parroquia navera, que volvió a vivir una tarde-noche de buen balonmano cuando los fantasmas empezaban a asomar por la puerta del Municipal.
Porque, en horas previas al encuentro, se rumoreaba que alguno de los pesos pesados del Cangas no sería de la partida y se reservarían para la competición regular. Pero el empuje, la ilusión y el aliento de la grada (espectacular, como siempre, demostrando por qué se la premió como la mejor de España al término de la pasada temporada) obligó a Pillo a poner sobre la pista a lo mejor de su banquillo.
Hubo posibilidad de llevarse el partido, de colarse en cuartos y dar la campanada, hasta la última jugada, cuando el lanzamiento de Bruno, con el respetable viviendo el lanzamiento a cámara lenta, fue detenido por Salazar, que puso fin a un nuevo sueño que sirve para demostrar que hay equipo, calidad y fuerza como para mantener la categoría.
Ahora, hay que centrarse en Plata, donde este sábado Nava recibirá a un viejo conocido, el Balonmano La Roca, antes del parón navideño del que hay que regresar con las pilas cargadas para seguir haciendo historia.
Club Balonmano Nava
