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Un punto como recompensa al pundonor

La historia de los equipos pequeños que se hacen grandes se escribe con tardes como la del pasado sábado en el municipal navero. Los locales estuvieron muy desarfotunados en la primera mitad. Tanto en ataque (el casillero se quedó en 12 goles al término de los primeros 30 minutos), como en defensa (21 tantos encajados en esa media hora). Muchos hubiesen tirado la toalla, pero no un conjunto al que le sobra pundonor y honra como para dejarse la piel hasta el último segundo.

Y así fue, porque, en el último segundo, se pudo ganar… Pero vayamos por partes. Olvidando esa primera parte en la que a Álvaro Senovilla no le salió su apuesta atrás, con Guille Campillo y Darío Ajo como ayudantes del dúo defensivo de moda en la Tierra de Pinares, Julián Rasero y Carlos Domínguez, y en la que los locales no consiguieron estar por delante en el marcador en ningún momento, la segunda mitad fue otra historia.

El poco tino de Campillo en defensa se compensó con nada menos que 4 tantos. Subido de la cantera, sin duda, en los últimos partidos está siendo uno de los pilares en los que se sostiene el ataque desde la zona exterior, siendo un socio perfecto tanto para el capitán, Carlos Villagrán (5 goles en la tarde de ayer) y Alberto Camino (que convirtió uno e hizo moverse a la defensa catalana de un lado a otro, abriendo huecos).

El primer parcial del segundo tiempo (4-0) gracias a las defensas mixtas utilizadas por Senovilla para buscar la reacción (5:1 y, posteriormente, 4:2) y al incansable aliento de una grada que, por muy malas que vengan dadas jamás deja de creer, fueron el primer granito de arena para una remontada épica, como las de las mejores tardes vividas en el Municipal de La Nava.

El ancla ofensiva de la primera mitad para La Roca, Sergio Luque, se diluyó en una defensa ordenada y acompasada. Y los goleadores de los visitantes vieron como el punto de mira se les desviaba, dando alas a los arreones naveros que provocaron que se llegara a los últimos ocho minutos de encuentro con el 25-30, un tanteador que, por parte de los visitantes, no se movería más.

Bruno, que parece haber encontrado la buena senda en los últimos partidos, desde el extremo, Juárez desde los 7 metros y el látigo de Campillo desde los 9 por partida doble permitieron que, a 20 segundos, el marcador señalase el 30-30 con el que concluiría la contienda. Ellos fallaron su última bola, a pesar de haber forzado la exclusión de Domínguez cuando tan solo restaban seis segundos.

La tuvo el Viveros Herol, pero cuando la bola salía de la mano de Carlos Villagrán, la bocina ya había sonado. Hubo amago de lío en la grada, pero lo cierto es que el equipo arbitral acertó, La pelota entró, pero fuera de tiempo. Faltaron unas décimas de segundo para que la épica fuese completa. Aún así, ese punto es un buen regalo de Navidad para una parroquia navera que este año está dando mucho para ser el jugador número 8 en pista en cada partido.

Toca descansar, disfrutar de estas fechas y regresar a la competición el 10 de enero con las pilas cargadas para una recta final de temporada en la que va a haber que sudar los polvorones a base de bien para salir de esa zona baja de la tabla y seguir haciendo historia en Plata.

 

Club Balonmano Nava          

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